Celebro que los homosexuales de esta época no vivan escondidos ni se avergüencen de su condición. De verdad que el sufrimiento que pasaron no se lo deseo a nadie. Pero a lo que no estoy dispuesto es que algunos quieran ahora avergonzarme a mí.
Explico de qué se supone que habría yo de avergonzarme.
Por ejemplo, de no querer tener un hij@ homosexualo u homosexuala. (Permitan esta tontería, concesión a la ministra de igualdad, para que las lesbianas no se hagan invisibles.)
Explico por qué. Ser homosexual tiene una limitación que no deseo para mis hijos. ¿Qué limitación es esa? Un homosexual, tanto si es hombre como mujer, no puede tener hijos con su pareja. Cada uno que juzgue esta limitación como quiera. Para mi es muy importante y del mismo modo que no querría que mis hijos fueran estériles tampoco deseo que sean homosexuales. ¿Querría menos a un hijo si me saliera estéril? No, naturalmente que no, pero desde luego lo que no haría sería alegrarme.
Interlocutor: - ¿No sabes que hoy en día eso lo solucionan las fecundaciones “in vitro”, clonaciones y toda esa “industria” médica?
- La miopía se opera, pero así y todo es preferible no tenerla. ¿O no?
- Parece mentira que seas tú el que dice eso, cuando es sabido que tienes una hija adoptada.
Yo no he dicho que cerrar una puerta no pueda abrir otras muchas. Si Tete Montoliu no hubiera sido ciego no es seguro que hubiera sido tan buen músico. Del hecho de que una limitación pueda a su vez ser la ocasión a nuevas posibilidades no borra ni anula la realidad de una limitación. Una adopción siempre nace de un mal: la muerte de unos padres, el abandono de un niño, la razón que sea. Su origen nunca es algo que deba ser celebrado. Al contrario. Que un niño tenga que recibir unos padres adoptivos tiene en su origen una situación deficiente. En la familia del niño y seguramente también en la familia adoptante (que normalmente no pueden tener hijos). ¿Sería deseable un mundo sin adopciones? Sería deseable un mundo donde los padres no murieran mientras los niños son pequeños, donde nunca se abandonara a los hijos, donde los padres siempre pudieran cuidarlos bien. Deduzcan ustedes las consecuencias.
Yo estoy feliz de tener una hija adoptada y ojalá ella también. Pero lo que no voy a hacer es ni engañarme ni engañar a nadie.
Explico de qué se supone que habría yo de avergonzarme.
Por ejemplo, de no querer tener un hij@ homosexualo u homosexuala. (Permitan esta tontería, concesión a la ministra de igualdad, para que las lesbianas no se hagan invisibles.)
Explico por qué. Ser homosexual tiene una limitación que no deseo para mis hijos. ¿Qué limitación es esa? Un homosexual, tanto si es hombre como mujer, no puede tener hijos con su pareja. Cada uno que juzgue esta limitación como quiera. Para mi es muy importante y del mismo modo que no querría que mis hijos fueran estériles tampoco deseo que sean homosexuales. ¿Querría menos a un hijo si me saliera estéril? No, naturalmente que no, pero desde luego lo que no haría sería alegrarme.
Interlocutor: - ¿No sabes que hoy en día eso lo solucionan las fecundaciones “in vitro”, clonaciones y toda esa “industria” médica?
- La miopía se opera, pero así y todo es preferible no tenerla. ¿O no?
- Parece mentira que seas tú el que dice eso, cuando es sabido que tienes una hija adoptada.
Yo no he dicho que cerrar una puerta no pueda abrir otras muchas. Si Tete Montoliu no hubiera sido ciego no es seguro que hubiera sido tan buen músico. Del hecho de que una limitación pueda a su vez ser la ocasión a nuevas posibilidades no borra ni anula la realidad de una limitación. Una adopción siempre nace de un mal: la muerte de unos padres, el abandono de un niño, la razón que sea. Su origen nunca es algo que deba ser celebrado. Al contrario. Que un niño tenga que recibir unos padres adoptivos tiene en su origen una situación deficiente. En la familia del niño y seguramente también en la familia adoptante (que normalmente no pueden tener hijos). ¿Sería deseable un mundo sin adopciones? Sería deseable un mundo donde los padres no murieran mientras los niños son pequeños, donde nunca se abandonara a los hijos, donde los padres siempre pudieran cuidarlos bien. Deduzcan ustedes las consecuencias.
Yo estoy feliz de tener una hija adoptada y ojalá ella también. Pero lo que no voy a hacer es ni engañarme ni engañar a nadie.