miércoles, 23 de septiembre de 2009

MOTIVACIÓN Y CONTAMINACIÓN

Trabajo en el instituto de un pueblo relativamente cercano a la capital. Es una distancia que se cubre en 20 minutos de carretera, más lo que tengas que hacer por ciudad.

Este post querría hablar de qué importancia tiene “el medio ambiente” como motivación en los profesores de instituto y por extensión en el resto de ciudadanos. ¿Qué tipo de sacrificio estaría yo dispuesto a hacer para no dañar más al medio ambiente?

Creo que muy pequeño. Por no decir ninguno. Por ejemplo, yo durante cinco o seis años he preferido viajar solo con lo que eso conlleva de contaminación. Muchos de mis compañeros hacen lo mismo.

Hace dos cursos viajo con aquellos que viajan en grupo. ¿Pero quiénes estos?
- Aquellos que no quieren gastar tanto en gasolina.
- Aquellos a quienes cansa conducir todos los días.
- Aquellos a quienes la convivencia con los compañeros no desagrada y están dispuestos a seguir escuchándolos un rato más después de terminar la jornada.

En unos pesarán unas motivaciones más que otras pero en ninguno existe realmente una motivación ecológica. No digo que no la nombren si les preguntas sus razones para hacer lo que hacen. Hablo de sus motivaciones reales.

Proteger el medio ambiente nunca es un factor decisivo, siempre es complementario e insignificante. Todos los demás (ahorro, cansancio, deseo o no de convivencia) son los que pesan y deciden. Esto se advierte cuando surgen problemas y aparecen claras las motivaciones auténticas.

¿Podría decirse que los que viajan todos juntos están más comprometidos con la defensa del medio ambiente? No. Las circunstancias y sus intereses personales dan como resultado un comportamiento menos contaminante pero no porque se busque intencionadamente si no como un resultado azaroso.

He trabajado en institutos donde la enorme distancia a la capital forzaba a todos a compartir coches. El gasto y el cansancio eran enormes. Allí todos éramos “ecologistas”.

Cuento todo esto porque los profesores les hablamos en muchas ocasiones del medio ambiente a los alumnos y de la importancia de adoptar conductas no contaminantes. En la práctica sabemos que lo que mueve el mundo son otras preocupaciones.

lunes, 21 de septiembre de 2009

PREGUNTAS SIN RESPUESTA

El brusco cambio en la línea editorial de El País en contra de Zapatero ¿será porque piensan que está afrontando mal la crisis o porque le han dado la TDT de pago a otro grupo?

¿Tiene sentido que un grupo mediático varíe su orientación tan rápidamente?

¿Será este cambio algo definitivo o sólo un cabreo pasajero?

¿Le pondrán la proa a Zapatero los lectores de El País (oyentes de la Ser, espectadores de Cuatro) como ha hecho su grupo mediático?

¿Seguirá Prisa con esta ofensiva hasta que Zapatero convoque elecciones?

De seguir así ¿podrá resistir Zapatero ante un grupo tan fuerte?

¿Podría el PSOE volver a presentar como candidato a Zapatero con El País en contra?



El presente se impone siempre con tal intensidad que parece que lo que vemos en este momento siempre será así. Sinceramente no estoy seguro cual será la respuesta a estas preguntas.

sábado, 19 de septiembre de 2009

¿Era tonto Giovanni Papinni? (2)

Cuando escribí ¿Era tonto Papinni? pensé que sería muy fácil explicar dónde estaba su error. Cuando me he puesto a ello me ha resultado dificil. Desde mi punto de vista la equivocación está pensar que el absoluto desinterés es lo esencial del cristianismo. Buscar el propio bien no solo no es malo sino que es inevitable. Incluso podría decirse que la ética podría reducirse a un único consejo: ámate a ti mismo.

Aristóteles cuando habla de la amistad dice: "Hay que amarse, antes que nada, a uno mismo”. ¿Por qué un sabio griego recomienda un cierto “egoísmo” cuando, en la vida común, tiene tan mala fama?

Podemos diferenciar un amor a uno mismo inteligente de otro necio.
El problema está en determinar cual es nuestro auténtico bien. El que sabe ver que la felicidad de los otros es una parte de la propia felicidad está en el camino correcto. Quien piensa que puede ser feliz creando infelicidad se equivoca.

Claro que cuando aquí hablamos de FELICIDAD no nos referimos a un simple un sentimiento puramente subjetivo (“sentirse feliz”) sino a algo en cierto modo objetivo: ser un hombre completo (“realmente sentirse felices”).

En el DRAE se define el egoismo como "Inmoderado y excesivo amor a sí mismo, que hace atender desmedidamente al propio interés, sin cuidarse del de los demás."
Aunque todos entendemos lo que el diccionario quiere decir, ¿puede haber excesivo amor a uno mismo?
Desde el planteamiento que yo prefiero lo único que puede haber es un amor a uno mismo mal entendido.

lunes, 14 de septiembre de 2009

¿ERA TONTO GIOVANNI PAPINNI? (1)

Para que podáis responder a la pregunta del título (una provocación publicitaria) os resumo “El verdadero cristiano”, un cuento de Papini que se puede encontrar en su libro “Memorias de Dios”.

Nuestro protagonista, que siempre ha querido ser cristiano auténtico, no sólo de nombre, consulta su problema vital a un viejo canónigo, que es un afamado teólogo moralista.

Habla nuestro protagonista:
“El signo del verdadero cristiano es el desinterés. Quien hace algo por obtener recompensa no es digno de Dios. Quien sigue ciegamente su natural no es digno de Dios. Quien consigue hacerlo todo por nada y vencerse a sí mismo es digno de Cristo, Cristo ha sufrido por nosotros. Cristo es Dios, es decir, infinito, y por eso su dolor es infinito y no podremos nunca sufrir lo que él ha sufrido, aunque suframos eternamente.”

“Que no hay que buscar compensación al bien que hagamos, resulta evidente de varios pasajes del Evangelio, y sobre todo de aquellos en que se nos ordena devolver bien por mal. (…) Es menester, pues, no sólo hacer bien a quien nos ha hecho bien, sino al que nada nos dará en compensación, y sobre todo, queriendo ser perfectos, a quien nos corresponderá haciéndonos mal.”
Pero ante estas conclusiones se le plantea el siguiente problema:
“El mal que los hombres procuran no es un mal verdadero; es una intención, un simulacro de mal. El mal horrendo y eterno es privación perpetua de la bienaventuranza, el castigo infinito que sólo Dios puede infligir, es, en una palabra, el infierno.”.

“¿Cuál era, pues, el problema primero y único de mi vida de perpetuo cristiano? El de obtener el infierno, sin hace mal a los demás hombres, antes al contrario, haciéndoles bien según los mandamientos de Dios y de Jesús.”
El mérito auténtico sería hacer el bien pero renunciar al cielo como recompensa.
“¿Qué mérito tiene sacrificarse un poco durante los veinte, treinta, cincuenta o sesenta años de la vida terrena, cuando se tiene delante la recompensa eterna y cierta, mil e infinitas veces mayor, el gozo divino por excelencia?”
Pero además nuestro hombre tenía una dificultad añadida para conseguir su objetivo. Él era de natural bueno y lo que le salía espontáneamente era hacer el bien a los otros.
“Lo que no cuesta ningún esfuerzo, que no atormenta, que no se obtiene a través de durísimas pruebas y despiadadas batallas, no tiene valor ante Dios.”
¿Qué hacía este hombre?
Quería hacer el bien a todos pero renunciando al cielo como premio. Por un lado hacía el bien a los demás todo lo que podía y por otro blasfemaba (no sólo con los labios, con el alma) e incumplía todos los mandamientos de la Iglesia con el afán de condenarse. “Por la noche, a la busca de pecados, de culpas y vicios, que me perjudicasen e hiriesen a mi sólo.”

Como para él ser cristiano consistía en ser desinteresado anhelaba ser “digno del infierno” y habiendo hecho el bien a todos recibir, sin embargo, un castigo eterno.
“¿Y quién será tan cobarde que acepte el cielo? (…) Por haber hecho una pequeña caridad, por haber dado tu pan y tu capa y alguna lágrima, ¿querrías gozar la alegría perfecta y eterna? ¡Qué vergüenza! ¡Qué infamia! ¡Lejos de nosotros ese espíritu mercantil y judaico!”
El “verdadero cristiano” le pregunta al canónigo si cree que lo que hace bastará para condenarse. Y cuando éste le responde que no, que cree que se salvará porque Dios perdona hasta al pecador más endurecido si se arrepiente… ¿sabéis lo que hace nuestro protagonista? Buscando un pecado imperdonable apuñala al canónigo y luego antes de arrepentirse y para no hacerlo abre una ventana y se suicida arrojándose por ella. Así termina el cuento:
"Dos horas después, unos hombres encapuchados de negro, llevaron al depósito los restos del último cristiano."

¿Era o no era tonto Papini?



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En relación con la ética de Kant alguien ha sugerido que su teoría nos lleva a una paradoja parecida. Si la auténtica acción moral es la que se hace por amor al deber y no siguiendo tu propia inclinación ¿no sería la persona más moral aquella que hace el bien pero desea con todas sus fuerzas hacer el mal?

miércoles, 9 de septiembre de 2009

UNA ACTIVIDAD PARA EXPLICAR EL FALSACIONISMO

Creo que este problema, el de la entrada anterior, podría utilizarse con los alumnos de primero de Bachillerato, como un inicio motivador, cuando se explica el conocimiento científico.

Se plantea el problema a los alumnos y se les pide que expliquen por escrito por qué es necesario levantar o no cada una de las cartas.

Una visión ingenua de la ciencia puede pensar que una vez que tenemos una hipótesis hay que intentar VERIFICARLA el mayor número de veces posible. Pero así no funciona la ciencia porque el problema de la inducción nos muestra que la inducción (si no es completa) no es concluyente.

En un deseo de VERIFICAR si es cierta la ley “TODA TARJETA CON UNA “A” EN UNA CARA TIENE UN “3” EN LA OTRA” podríamos levantar la carta que tiene un 3. No es necesario. Si tiene otra letra diferente de la A, la ley puede ser cierta igualmente pues la ley dice que toda A tiene en el reverso un 3, no que todo 3 necesariamente tenga que tener una A.

Sin embargo levantar la carta que tiene un 7 es imprescindible. Si esta carta tuviera una A indicaría que la ley es falsa. La ley habría sido falsada. Popper insistió mucho en este asunto. No se trata de que el científico intente verificar sus hipótesis sino que intente falsarlas. Consideraremos verdadera una ley mientras consiga escapar de los todos los intentos de hallar un caso que la haga falsa.

Adviértase la asimetría entre VERIFICAR y FALSAR. Muchos casos similares en los que la ley ha sido verificada no demuestran que sea verdadera (problema de la Inducción) pero sin embargo es suficiente encontrar un único caso contrario a la ley para concluir que ésta no es universal.

Pero volvamos al problema.

1. Levantar la primera carta (A) es necesario. Necesario pero no suficiente para poder decir que es verdadera. Encontrando un 3 tendríamos un ejemplo de la ley pero no sería bastante para concluir que la ley es verdadera.
En realidad, para saber si la afirmación es verdadera buscaremos encontrar un caso en el que la afirmación sea falsa, es decir una tarjeta que teniendo una A por un lado no tiene un tres en el reverso. TENEMOS QUE INTENTAR FALSAR, NO VERIFICAR.

2. Levantar la segunda (D) es irrelevante. No aporta nada a nuestra investigación. Da lo mismo el número que aparezca tras la D. Si apareciera un 3 no habríamos falsado la hipótesis, pues esta no dice que a todo 3 corresponda una A sino solo que a toda A corresponde un 3.

3. Levantar la tercera (7) es absolutamente necesario. Aquí se ve claramente lo que es el FALSACIONISMO. Se trata de buscar (y encontrar o no) un caso en el que la ley sea falsa. Si apareciera una A tendríamos el “contraejemplo” que mostraría falsa la ley. Levantando la primera carta (A) y la tercera (7) podemos encontrar (o no) contraejemplos de la ley, casos en que la ley es falsa. Por eso son levantamientos necesarios.

4. Esto no le sucede a la cuarta (3). Levantando la última únicamente podemos encontrar un ejemplo en que la ley se cumple pero nunca un contraejemplo. Como ya se explicó más arriba.

viernes, 4 de septiembre de 2009

TEST DE INTELIGENCIA

Os propongo un problema.

Existen sobre una mesa cuatro tarjetas, dos con letras y dos con números, por ejemplo:

A D 3 7

CADA TARJETA TIENE UN NÚMERO EN UNA CARA Y UNA LETRA EN LA OTRA.

¿A QUÉ TARJETAS, de las cuatro que vemos por un lado, HAY QUE DAR LA VUELTA PARA SABER SI LA SIGUIENTE REGLA ES VERDADERA: “TODA TARJETA CON UNA “A” EN UNA CARA TIENE UN “3” EN LA OTRA”?

La cosa no es tan fácil como parece. Pensadlo bien, no os precipitéis y decidme qué tarjetas, de las cuatro que hay sobre la mesa, hay que levantar, necesariamente, para saber si la regla es verdadera.

Cuando el numeroso público (es ironía) que visita este blog dé algunas respuestas diré de donde he sacado el problema.

Segunda parte del ejercicio: ¿Alguien sabe de qué libro he sacado este problema?

Claro que el que sepa la segunda parte juega con ventaja en la primera. 

PREMIO a quien resuelva la primera parte: CONSIDERABLE AUMENTO DE LA PROPIA AUTOESTIMA.
PREMIO a quien resuelva la segunda: Los lectores de este blog lo considerarán un tipo al que le aprovecha lo que lee y con mucha memoria.

Ante premios de este calado ¿quién podrá resistirse?