lunes, 16 de agosto de 2010

justicia y ostentación

Un juez visitó nuestro instituto este curso y representamos con él un juicio en una especie de obra de teatro leída. El ministerio de Justicia ha elaborado esta actividad en colaboración con Educación para explicar a los alumnos cómo funciona la justicia en España. Al final hubo un coloquio con el juez y los alumnos preguntaron muchas cosas con verdadero interés.

Lo que quiero contar es que el juez llegó en un coche deportivo de solo dos plazas; desde mi punto de vista, que no entiendo nada de coches, un coche espectacular. Supongo que un coche así cuesta una pasta y desde luego yo nunca había visto uno así en el pueblo.

Creo que es bueno que los jueces ganen mucho dinero. He oído decir –y me he dejado convencer- que si tienen un nivel de vida por encima de la media estarán –en gran medida- libres para no dejarse sobornar a fin de mejorar su situación. Pero al mismo tiempo la ostentación de riqueza que suponía un coche así me parecía de mal gusto. En lugar de ganar categoría como persona y como profesional, con un coche así la perdía ante mis ojos. No sé explicar bien por qué.

Hablo en inglés y en español (media hora cada uno para practicar ambos idiomas) con una británica que actúa de juez en determinado tipo de juicios en el Reino Unido y que me explica que ese tipo de cargos los desempeña (una vez a la semana o una vez cada quince días) sin remuneración, sólo cobra dietas por desplazamiento o comidas. Esto no casa con la explicación que he dado más arriba sobre el dinero que deben ganar los jueces pero por lo visto es así en Gran Bretaña aunque es cierto que no todos los jueces son de esta clase en UK.

Si me parece bien que los jueces ganen dinero ¿por qué encuentro de tan mal gusto en un juez la ostentación y la chulería? ¿Por lo mismo que no me parece bien en otras personas? Creo que un juez aún me parece peor. Quizá sea que un coche así muestra muy claramente una de sus motivaciones en la vida: aparecer frente a los demás como distinto, como excelente, como superior.

Durante el coloquio un alumno preguntó que qué razón le había llevado a hacerse juez. “Eso me pregunto yo algunas veces después de lo que nos está cayendo a los jueces”. Así comenzó su respuesta y luego explicó que a él no le venía de familia, pero no recuerdo qué respuesta dio realmente. Quizá el prejuicio martilleaba en mi cabeza y me impedía escuchar: “Una de las razones está aparcada ahí fuera.”

1 comentario:

pseudópodo dijo...

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