
Imaginemos la habitación de una casa con dos ventanas. Una de ellas no puede cerrarse, no tiene con qué. La otra la mantienen cerrada los habitantes de la casa. Es invierno y por la ventana abierta entra mucho frío. Con la otra hay mil conflictos. No termina de cerrar bien y tiene facilidad para abrirse sola con el viento. Algunos de los habitantes ponen más empeño que otros en mantenerla cerrada y se lo reprochan a los demás. Algunos creen que habría que hacer turnos para vigilar que siempre esté cerrada. Otros quieren inventar un mecanismo para que nunca se abra. Algunos, más puntillosos se empeña en poner algo que impida el paso del aire por las rendijas cuando esté cerrada.
Nadie parece querer atender al frío que entra por la otra ventana . ¿Es que hacen como si no se dieran cuenta? ¿Tiene sentido tanto esfuerzo con una cuando la otra está como está?
El argumento de autoridad es el más débil de todos. Es suficiente con decir que la presunta autoridad no es tal para que quede anulado. Además parece que se acude a la autoridad cuando la fuerza de las cosas no muestra claramente la verdad que queremos demostrar. Pese a todo, aunque no convenza a nadie, me quedo más tranquilo si coloco a mi lado a un gran escritor: Tolstói.
Nadie parece querer atender al frío que entra por la otra ventana . ¿Es que hacen como si no se dieran cuenta? ¿Tiene sentido tanto esfuerzo con una cuando la otra está como está?
El argumento de autoridad es el más débil de todos. Es suficiente con decir que la presunta autoridad no es tal para que quede anulado. Además parece que se acude a la autoridad cuando la fuerza de las cosas no muestra claramente la verdad que queremos demostrar. Pese a todo, aunque no convenza a nadie, me quedo más tranquilo si coloco a mi lado a un gran escritor: Tolstói.
12-noviembre-1860
“Un muchachito de 13 años murió de tuberculosis en medio de horribles sufrimientos. ¿Por qué? La única explicación es dada por la fe en el desquite en una vida futura. Si esa fe no existe, entonces tampoco existe la justicia y no hay necesidad de justicia, y exigir justicia es una superstición.”
Diarios (1847-1894) Lev Tolstói.
Alguien puede decir. “Del hecho de que de una proposición (Dios no existe) se deriven consecuencias desagradables no la convierte en falsa”.
Aunque cabría intentar soluciones pragmatistas a esta objeción concedamos que es cierta. Lo que no parece lógico es admitir la proposición y al mismo tiempo ocultar o no querer ver las consecuencias por inconvenientes que sean.
¿Dios ha muerto? Si así es saquemos las consecuencias correspondientes. Como hace Tolstói.
Aunque cabría intentar soluciones pragmatistas a esta objeción concedamos que es cierta. Lo que no parece lógico es admitir la proposición y al mismo tiempo ocultar o no querer ver las consecuencias por inconvenientes que sean.
¿Dios ha muerto? Si así es saquemos las consecuencias correspondientes. Como hace Tolstói.