domingo, 3 de mayo de 2009

¿el placer de leer?

En las jornadas de animación a la lectura a las que he asistido algunas veces he notado que los participantes no parecen tener del todo claro cuál es el principal objetivo de la lectura.

Por un lado elogian la lectura como un placer. Como un enorme placer sin mayor finalidad que la de pasar el rato leyendo. Me han dicho que Borges y Barthes insistieron mucho en este aspecto.

Por otro lado se habla de las muchas ventajas que tiene leer y de como sirve para penetrar en realidad, para comprenderla, para descubrir nuevos mundos, para ir más allá de nosotros mismos y crecer, en una palabra: para mejorar.

Aquí está el problema. ¿De qué se trata? ¿Cuál es el principal objetivo de leer? Mejorar o disfrutar.

Supongamos que es el placer. Si el objetivo es disfrutar supongo que a nadie le parecerá mal que los jóvenes de ahora, mayoritariamente, no lean. Que no lean no quiere decir que no disfruten. Encuentran placer en otras actividades, que quizá por su facilidad, le han ganado la batalla a la lectura, ya he dicho que mayoritariamente hablando. Los videojuegos, la televisión, chatear, compartir fotos a través de tuenti, todas ellas producen gran disfrute a los jóvenes actuales… Si se tratara de placer ¿por qué razón habríamos de retirar a los chicos de los videojuegos y llevarlos a leer? ¿No son, para muchos, más placenteras que la lectura?

Cuando se comparan dos placeres (en cuanto placeres) ¿es posible poner de acuerdo a dos personas? ¿No se trata de algo puramente subjetivo? Existen actividades placenteras beneficiosas y otras que lo son menos o que incluso son perjudiciales, pero para diferenciarlas no se puede aludir al placer mismo (que dependerá de cómo lo viva cada uno) sino a algo absolutamente diferente: el bien que procuran.

Ahí está precisamente la clave del problema. Creo que el objetivo auténtico de la lectura no es disfrutar.

Platón había criticado muchas veces el placer pero el gran descubrimiento de Aristóteles es que el placer se educa. Aprendemos a disfrutar. No hay propiamente actividades placenteras. El placer puede acompañar a toda actividad que se hace libremente. Subir cuestas con la bici (algo en principio esforzado y desagradable) puede ser placentero si lo hacemos porque queremos y le pillamos “el gusto”. Muchísimas cosas que pueden ser molestas si te obligan a ellas, se convierten en motivo de placer si han sido elegidas con libertad. Por eso lo fundamental no es ir tras el placer, sino conseguir sentir placer haciendo aquello que es bueno hacer. Debemos aprender a disfrutar con lo que es conveniente y aprender a no disfrutar con lo que no es bueno hacer.

El placer es la guinda del pastel pero no el pastel mismo. Debemos hacer lo bueno y además disfrutar haciéndolo.

Con la lectura creo que pasa eso. La lectura es buena por muchas cosas, más arriba he mencionado las que a mí se me ocurren. Precisamente porque la lectura es muy beneficiosa es muy bueno que además sea placentera. De esa manera habrá más posibilidades de que repitamos una y otra vez. Pero es un error pensar que la lectura es buena porque es placentera.

Pero es que además, insistiendo tanto en el placer le quitamos importancia a la lectura misma y a sus beneficios.

Y FINAL.

La lectura “enseña”. Otra cosa es que la moraleja educativa explícita pueda arruinar los beneficios de un cuento de fantasía bien escrito. Por eso discrepo con eso de que la esencia de la fantasía sea conseguir “hermanos apretados unos contra otros en la penumbra con el corazón acelerado”.

Y cuando digo enseñar no me refiero a datos o a una moraleja. Su enseñanza es más profunda. Se trata de que descubra la parte invisible de la realidad, o nos ayude a comprendernos a nosotros mismos, o nos muestre como es el amor, o la vida o nos haga tener sentimientos que nos eleven… lo que sea.

“El arte trata de hacer visible lo invisible”. PAUL KLEE.

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